Se escribe por necesidad, no por placer. Sí, es cierto, y yo necesito hacerlo. Puede que esta sea la primera vez en la que nadie entendería mi situación, pues no creo que haya ninguna parecida. Desconcertada, así es como me encuentro.
La agonía de saber o, tal vez, suponer, que nunca podré ofrecerte ni una mínima parte de lo que tú me ofreces a mí, ni tampoco podré enseñarte nada, ya que probablemente debido a mi juventud, todo lo aprendido a base de errores, las recompensas de los sufrido, forman parte ya de tu vida cotidiana. No, nunca seré suficiente.
Siempre había pensado que era lo bastante madura e inteligente para satisfacer las exigencias de cualquier persona, pero tú, con tus historias y lecciones de vida, desmontas todas mis teorías. Tú, con tus maravillosas quimeras, haces que mis sueños parezcan ridículos. Tú, con tu mirada constante, tu palabra precisa, tu sonrisa perfecta…consigues eclipsarme y hacer que, por absurdo que parezca, esté enganchada a ti, como una adicta, esperando que un día, decidas decir algo lo suficiente convincente, para sacarme de esta oscuridad en la que me has sumido inconscientemente. Yo seguiré rasgando papeles con mi pluma de odio e incomprensión, arrugando y tirando a la basura estos pensamientos, como si así pudiera hacerlos desaparecer, ordenando palabras para no hacerme tanto daño…
Con todo esto no espero hacerte sentir culpable, claro que no. No soportaría saber que puedo hacerte daño, tampoco creo que tenga ese poder. Pero aun así, disculpa si mi pena rompió tu tranquilidad, si mi desconsuelo te causó inquietud o si mi egoísmo te decepciono en algún sentido.
No se por qué, contigo lo hago todo mal, o eso me parece. Será por mi falta de experiencia, porque todo me resulta desconocido ahora, o simplemente por mis 17 años, de los que me gustaría huir en muchas ocasiones.
Voy a prestar atención a la profesora. Ojala esa absurda teoría me enseñara a no pensar en el daño que produce la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario